¿Dónde he puesto las gafas? ¿Qué he hecho con las llaves? Tengo la sensación de que se me olvida algo…
Todas
estas son situaciones que se pueden dar a lo largo de un mismo día y que, de
hecho, nos ocurren a todos, sin distinciones entre sexo, raza o edad. Por este
motivo, los pequeños olvidos cotidianos que podemos sufrir no van a ser el tema
a tratar en este artículo,
ya que estos no suponen un problema muy grande para realizar con normalidad nuestra actividad diaria. El verdadero problema reside en el aumento de la frecuencia con la que estos olvidos se den, ya que si éstos se producen de manera recurrente, pueden llegar a limitar algunos de los aspectos de nuestra vida.
ya que estos no suponen un problema muy grande para realizar con normalidad nuestra actividad diaria. El verdadero problema reside en el aumento de la frecuencia con la que estos olvidos se den, ya que si éstos se producen de manera recurrente, pueden llegar a limitar algunos de los aspectos de nuestra vida.
Como
ya sabemos, la memoria es un proceso cognitivo mediante el cual somos capaces
de recordar información reciente o del pasado y que además resulta fundamental
para aprender información nueva. Para una mejor comprensión, dividiremos la
memoria en:
-
Implícita: Recuerdos inconscientes en los que se basan nuestros hábitos. Ej: Atarse
los cordones, montar en bicicleta, etc. No es necesario que pensemos de manera
consciente sobre cómo realizar este tipo de actividades para poder llevarlas a
cabo.
-
Explícita: Recuerdos conscientes sobre nuestro conocimiento del mundo y
nuestras experiencias previas. Ej: Recordar la hora de una cita o un hecho que
sucedió hace años. Cuando hablamos de olvidos, normalmente nos referimos a
ésta.
Como
es normal, a medida que pasan los años y envejecemos, podemos presentar más
dificultades para aprender nuevas tareas o necesitar más tiempo para recordar
una información aprendida. No obstante, el hecho de que envejezcamos no implica
que se produzca una pérdida de memoria significativa, siempre que no haya
enfermedades involucradas.
De
esta manera, podríamos entender la memoria como un arte en el cual vamos
perfeccionando nuestra técnica a medida que la ponemos en práctica. Pero si no
la ejercitamos con cierta frecuencia, ésta se verá deteriorada a una velocidad
endiablada.
Por
eso mismo, a continuación os proponemos algunos consejos con los que entrenar
vuestra memoria y así frenar su deterioro:
-
Realizar asociaciones de ideas: Se trata de relacionar una imagen, foto o
figura con un momento determinado que hayamos vivido. De esta manera,
ayudaremos a focalizar y mantener nuestra atención.
-
Estudiar idiomas: Mantenerse intelectualmente activo resulta bastante eficaz
para evitar futuras pérdidas de memoria.
-
Lectura: Dedicar un tiempo a leer un libro, una revista o el periódico puede
resultar muy útil, sobre todo si se comenta lo que se ha leído para recordarlo.
-
Realizar tareas que desafíen nuestro intelecto, como por ejemplo crucigramas,
autodefinidos, sudokus o pequeños cálculos.
-
Dormir suficiente y de manera adecuada: Se considera un proceso de vital
importancia para consolidar los recuerdos y evitar el olvido de determinados
materiales.
-
Hacer ejercicio: Algunos estudios indican que está asociado a un mejor
mantenimiento de la memoria espacial.
-
Relacionarse con los demás: Tener amigos y disponer de una red social amplia ha
demostrado ser un factor asociado a una mejor memoria.
Ya
tienes algunos consejos, ahora depende de ti cómo los combines e insertes en tu
vida cotidiana. Recuerda, ¡con poco esfuerzo puedes poner a tu memoria en un
gran estado de forma y así evitar un deterioro precoz de la misma! Seguro que en
el futuro lo agradecerás.
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